miércoles, 24 de febrero de 2010

Se confirma que nuestra economía tiene los peores resultados desde 1932


Por: Francisco Medina
La contracción del Producto Interno Bruto y el Incremento de la Inflación continuarán impactando negativamente en el crecimiento que exige el país para superar la crisis, si no se adoptan políticas que reactiven al sector manufacturero, la obra pública y servicios, sostuvo el diputado vicepresidente de la Comisión de Fomento Económico de la V Asamblea Legislativa del Distrito Federal, Víctor Hugo Romo Guerra.
Al margen de las declaraciones del ejecutivo federal y su gabinete económico, la realidad se impone claramente; según las cifras oficiales de INEGI, la economía mexicana decreció 6.5 por ciento en 2009; esto a pesar de que se había anunciado que existían excedentes petroleros, indicó Romo Guerra.
El legislador precisó que las decisiones a nivel federal no han sido muy atinadas, pues en el caso del Distrito Federal, en donde la economía se ha visto impactada por las limitantes impuestas por la Cámara de Diputados, en materia de presupuesto para obras tan importantes como la Línea 12 del Metro y de carácter hidráulico como la red de drenaje, además de generar empleos, reactivarían aún más el sector de la construcción.
Otra afectación al Distrito Federal, dijo Romo Guerra es su impacto los sectores de servicios y comercio, los cuales ocupan una parte muy importante de la activada económica del país, pues cabe recordar que es el DF el generador del 21 por ciento del Producto Interno Bruto del País, sin embargo no es el Gobierno de la Ciudad quien dicta la política económica a nivel nacional.
Estamos viviendo, señala el diputado Víctor Romo, la tercera más grave caída en la historia de México en 100 años: en 1932 la economía cayó en 14.8 por ciento -en el marco de la gran crisis norteamericana del 29-, sin embargo, al año siguiente, 1933, la economía creció en 10.95 por ciento y no dejo de crecer hasta el año de 1981. El segundo año con mayor caída fue en 1914 con el 10 por ciento -en medio de la revolución-; y el tercer sitio se consiguió el año pasado, gracias a los desaciertos de la política económica del gobierno panista.
También, prosigue Romo Guerra, en 1995 tuvimos otra gran crisis: la crisis del saldo salinista; en ese momento la economía decreció 6.22 por ciento, sin embargo, el año siguiente aumentó 5.14 por ciento y continuó creciendo el resto del periodo Zedillista. Así, tanto en 1932 como en 1995, a pesar de las caídas, siguieron años de franca recuperación. Pero esa situación se ve muy difícil en este periodo calderonista, ya que el Gobierno Federal se empecina en los mismos errores.
Queda muy claro, indica Víctor Romo, que a los panistas no se les da la economía. Si se toman los tres primeros años del presente sexenio, se concluye que el crecimiento anual promedio fue de 0.56 por ciento; en el caso de Fox -con todo y su promesa de un crecimiento de 7 por ciento anual- alcanzó en realidad el 0.13 por ciento en sus primeros tres años.
Lo que sí se les da (a los panistas), continúa Romo Guerra, es la creación de falacias mediáticas; por ejemplo, para disimular la ineficiencia del “Presidente del Empleo”, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), una encuesta por muestreo, con los problemas que ha demostrado el manejo de estas técnicas por los panistas y Sojo, señala que entre el primero y el cuarto trimestres del año pasado, un millón 619 mil 699 personas encontraron ocupación tanto en el sector formal como en el informal. Estos datos son poco creíbles, ya que suponen que la economía cayó en picada y sin embargo aumentó el empleo.
Para poder hacer un análisis serio, habría que considerar adicionalmente al peso de la economía informal, el peso de los expulsados del país -migrantes hacia EU-, que actualmente alcanzan, cuando menos, los 12 millones de mexicanos nacidos en México y residentes en EU, sin tomar en consideración a su descendencia.
En resumidas cuentas, concluye Romo Guerra, el decrecimiento económico responde a una falta de liderazgo y propuesta viable, por parte del ejecutivo federal.

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